Enseguida comprobamos que era un perro súper jovial, juguetón, al que le encanta correr y hacer “el cabra” con sus compañeros caninos y humanos, un amor de perro.
Como tantas veces, éramos incapaces de entender que nadie viese como era, que nadie intuyese como podría llegar a ser, que nadie lo adoptase
Así que ¡qué contentos nos pusimos cuando su padrino lo adoptó!
Y desgraciadamente que poco ha durado la alegría, tanto a nosotros como a su familia
Pistón enfermó al poco tiempo de encontrar un hogar.
Lo único que nos queda es decirle a la familia que le adoptó que gracias a ellos vivió su última etapa rodeado de mimos y de cariño y que gracias a ellos no acabó sus días en el refugio.
MUCHAS GRACIAS
Aparioja
No hay comentarios:
Publicar un comentario